miércoles, 24 de noviembre de 2010

Un encuentro con la pobreza

      




        La Vida existe únicamente para que experimentemos la energía que Amor (Dios) nos otorgó con el fin de que nos deleitáramos con su Creación, una vez nos hubiéramos reconocido como parte intrínseca e indivisible de Él. El mayor gozo que podemos experimentar en la Vida es experimentar a Amor conscientemente, a sabiendas de que las personas que aparecen y nos acompañan en un determinado tramo de nuestro camino, incluso durante todo el camino hacia nuestra adhesión a Dios (fin último de Su Creación), no son seres separados de nosotros sino expresiones que también forman parte de esa energía unitaria creadora de todas los formatos de Vida que puedan existir en éste y en otros Universos.
        Hay dos formas de contemplar y vivir  la Vida.
       La primera se alimenta de la conciencia y se fundamenta en torno a la premisa de que ningún ser humano vive separado de otro ser humano, ni de cualquier otra criatura que haya sido creada por Amor, indistintamente de que sus cualidades y características sean distintas a la nuestra. Comprender que somos un conjunto de expresiones, todas provenientes de la dadivosa energía de Amor, es contemplar y vivir la Vida a través del Alma, para recorrer la basta existencia con los ojos del corazón, tomando decisiones de espiritualmente elevadas y colectivas en base a la mirada infinita de Amor. Para quienes recorren el tramo de su vida empleando la herramienta del corazón, comprenden aspectos esenciales del Plan de Amor, entre ellos y el más importante de todos: la fraternidad. Es necesario comprender que, más allá de la limitada concepción que poseemos sobre el pequeño grupo que habitualmente denominamos “familia”, todos los seres humanos formamos parte de una gran familia divina. Por consiguiente, la distinción de sexos, razas, los intereses personales y económicos disgregan y no contemplan la dadivosidad que el Creador dispuso junto a nuestra Madre Tierra, con el objeto de cobijarnos colectivamente en el seno de las formas materiales. Sin duda, compartir y evolucionar individualmente y como raza son dos de los aspectos relevantes que recoge El Plan Divino, con el fin de que perfeccionemos nuestra Alma en la dimensión de la basta materia y, alcanzado nuestro propósito evolutivo, logremos regresar a Él, a la morada de todas las Almas.
        -¿Quién ha creado a los seres humanos? Amor.
       -¿Quién otorga y quita la Vida? Amor.
       -Pero, ¿quién creó la desigualdad y la pobreza? Los seres humanos.
       -¿Y por qué existe la pobreza? –pregunto.
       La pobreza es el resultado de nuestras elecciones inconscientes. La conciencia es la herramienta que dispone todo ser humano para comprender la razón de nuestra existencia como hijos de Amor, aquí y ahora. Por lo tanto, y como segunda vía, la inconsciencia es la vía opuesta, a través de la cual podemos caminar ciegamente por el sendero de la Vida. La inconsciencia podría definirse como la distorsión que nos aleja de nuestra razón existencialista y es el resultado de dirigir nuestra mirada no hacia el corazón sino al ombligo de nuestras falsos, ilusorios y temporales deseos y expectativas personales. La inconsciencia la promueve ese Ego creado en torno a la visión egocéntrica que asume el rol de que es el ser humano quien domina a la Vida y a todas las acciones que se realizan en ella; un dominio que, además, se extiende hacia la Madre Tierra y hacia otros seres humanos. Moviéndonos en semejantes parámetros, es la animalidad la que domina nuestros impulsos y nuestras acciones. Obviamente, como animales, empleamos como herramientas de Vida el dominio y la fuerza, creyéndonos superiores en torno a una serie de logros materiales que no espirituales. Y es en el no hacer espiritual donde se fundamenta y reside la ilusión que promueve nuestro separativismo colectivo.       
       Como seres animales inconscientes, consentimos la pobreza. Hay quienes consideran la falta de pan como una de las mayores injusticias de la Humanidad y actúan consecuentemente para erradicarla. No obstante, hay quienes la siguen considerando como un problema que ha de ser resuelto a través de diferentes organismos, gracias a la labor que realizan unos cuantos. No obstante, y en la medida que no somos coherentes y aceptamos que la pobreza existe gracias a la inconsciencia de nuestros actos, somos cómplices de su existencia. Pero la pobreza de millones de nuestros hermanos sólo es un reflejo de la pobreza de Amor y de Espíritu que vivimos quienes, lamentablemente, hemos “dominado” los recursos y/o seguimos considerando que los demás seres humanos son partes divididas de nuestra propia divinidad, de nosotros mismos, del Plan de Amor en la Tierra y en el Universo. Muy contrariamente, Todos somos Uno y ser Uno implica que si un hermano no evoluciona… mi evolución ni tendrá sentido, ni podrá producirse.
         Entonces, ¿qué camino elegimos? ¿La vía de la consciencia o la vía de la inconsciencia? Quizás, deberíamos sentarnos a reflexionar la opción que albergue más dosis de Amor.
         Como bien diría Vicente Ferrer: “Todos y  cada uno de nosotros tenemos que contribuir con nuestro esfuerzo a transformar esta sociedad en una verdadera Humanidad”.


Con Amor,
Vanessa Aguilar

2 comentarios:

  1. Felicides por el blog. Te siguiré.

    Un abrazo.

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  2. Muchísimas gracias, Uzmán.
    Pequeños granitos de arena, juntándose para formar una bella montaña...
    Un abrazo enorme, enorme, enorme...

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