Quisiera empezar este 2011 haciendo un llamamiento humano, semajante a la película estadounidense Cadena de Favores, basada en la novela de Catherine Ryan Hyde, dirigida por Mimi Leder y protagonizada por Haley Joel Osment, Kevin Spacey, Helen Hunt y Jon Bon Jovi.
En Cadena de Favores, un niño decide seguir la idealista propuesta de su profesor de Ciencias Sociales, que sugiere que cada uno de sus alumnos haga un favor grande a tres personas. Posteriormente, cada una de esas personas deberá comprometerse a ayudar a otras tres y así sucesivamente hasta llegar a un nivel donde la cantidad de favores y buenas intenciones logren mejorar los valores humanos del mundo. Finalmente, el niño decide ayudar a tres personas de su entorno, sin darse cuenta de la extensa cadena humana que ha originado -implicando a cientos de personas necesitadas-por el simple acto de poner en marcha la iniciativa de su profesor.
Hace meses conocí a Samuel Kimathi y a Lucy Njenga, un matrimonio africano natural de la localidad de Molo (Kenia). A finales del año 2007, Sam y Lucy vivenciaron una triste y desoladora experiencia cuando tras las elecciones gubernamentales de Kenia las tribus del país se enemistaron entre ellas procediendo a efectuar un genocidio. Miles de personas murieron en la revuelta y cientos de niños perdieron a sus padres.
Por aquellas fechas, Sam y Lucy eran propietarios de un restaurante, por lo que muchos de aquellos desamparados niños acudían a su puerta pidiendo un plato de comida. Un día, acongojados por la precaria situación de todos aquellos menores, ambos decidieron cerrar su comercio, restructurar el local -dividiéndolo en varios locales más pequeños- y alquilarlos a otros comerciantes. Con el dinero de aquellos alquileres más el que consiguieron tras vender parte de sus propiedades y un terreno que les cedió la madre de Lucy decidieron poner en marcha el proyecto Chazon Africa: una iniciativa por la que primeramente se construyeron una serie de aulas con la preciosa finalidad de instruir y educar a unos cuantos de aquellos huérfanos y un espacio donde alimentarlos. Actualmente -aún a pesar de los inconvenientes, de las trabas de la sociedad africana (todavía cerrada a iniciativas de esta índole) y de los escasos recursos que tienen para sacar adelante su proyecto humanitario- ya son aproximadamente doscientos cincuenta niños los que se benefician de la altruista intervención de este bendecido matrimonio.
No obstante, muchos niños continuan resguardándose bajo el amparo de las calles, subsistiendo gracias a la prostitución y a su adicción al pegamento. Los niños que Sam y Lucy han conseguido atraer hasta sus aulas reciben educación y son alimentados, pero siguen sin un techo donde dormir. Sam y Lucy han hecho verdaderos milagros para encontrarles -a todos estos menores que se benefician de su labor- tutores legales que les concedan una cama. Pero la mayor parte de estos tutores carecen de recursos económicos y muchos de sus niños siguen apostando por vivir en las calles.
En la misma localidad de Molo hay un hotel abandonado que está en venta. Sam y Lucy lograrían su sueño de acoger a todos estos niños si pudieran reunir los 90.000 euros que exigen sus actuales propietarios.
Llevo meses solicitando ser escuchada a través de los medios de comunicación. He enviado cartas y llamamientos a varias cadenas de televisión, sin éxito. En ocasiones, me he detenido a reflexionar y siempre he llegado a la misma conclusión: si en mi ciudad, Valencia, vive un millon y... de personas, ¿qué son 90.000 personas aportando un euro? Nada.
Hace una semana indagué por internet y encargué unas huchas con el precioso logotipo de la página web que crearon unos voluntarios que permanecieron durante un tiempo en Chazon África. A sabiendas que enviar dinero a África supone pagar a los bancos un elevado interés, he decidido aprovechar mi próximo viaje a Molo, a primeros del mes de abril, para hacerles llegar todo el dinero que pueda reunir gracias a los donativos que se introduzcan en estas huchas.
A través de estas lineas, quisiera hacer un llamamiento humano. La tarea es simple. Con todo mi cariño, solicito a todas las personas que leáis este escrito y estéis realmente interesadas en aportar un granito de arena: compartáis esta información con vuestros allegados, solicitéis realizar un donativo y/o recibir una de estas huchas en vuestro domicilio. Todo suma. Os facilito mi mail -al final de esta petición- donde podéis contactar conmigo inmediatamente. Para aquellas personas interesadas en recibir una hucha, escribidme reflejando vuestro nombre, apellidos y el domicilio donde deseáis que realice el envío. A mediados del mes de enero, procederé a efectuar el envio de las mismas, requiriéndolas nuevamente a mediados del mes de marzo.
En definitiva, sólo somos granos de arena conformando una montaña, y de nosotros depende crearla, permanecer de brazos cruzados y/o destruirla. Yo apuesto por el Amor, por el Servicio y por la Creatividad... ¿Y vosotros?
Con Amor, GRACIAS.
Vanessa Aguilar
vanessa.aguilarmonteagudo@gmail.com
Para todos aquellas personas interesadas en conocer en profundidad el proyecto Chazon Africa podéis visitar la página web www.chazonafrica.org
Hola:
ResponderEliminarYo estaria interesado en pasar alla un par de meses. Soy español y tengo un buen conocimiento del ingles.
No obtante desconozco cuales son los procedimientos a seguir
¿tu esutbiste alli? ¿cual fue tu experencia?
Saludos
rubenvalmo@hotmail.es
Hola Ruben:
ResponderEliminarPuedes encontrar todas estas respustas en el apartado de Volunteers y en las FAQ que aparecen en la web de Chazon Africa: www.chazonafrica.org
Los fundadores del proyecto, Sam y Lucy, solicitan un nivel medio de inglés y ganas de ayudar.
Yo no puedo hablarte de mi experiencia personal como quieres, ya que llevo ocho meses dialogando con ellos por mail (para constituir una asociacion, etc.)y viajo por primera vez a Molo en abril.
Pero te facilito el mail de Iratxe Marco, que ha permanecido en Molo 3 meses. Estoy convencida de que ella puede servirte de gran ayuda.
iratxe.chazon@gmail.com
Gracias, Rubén.
Un abrazo enorme.
Vanessa