Por la calle vi a una niña hambrienta, sucia y tiritando de frío dentro de sus harapos. Me encolericé y le dije a Dios: "¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para ayudar a esa pobre niña?".
Durante un rato, Dios guardó silencio.
Pero aquella noche, cuando menos lo esperaba, Dios respondió mis preguntas airadas: "Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti."
Madre Teresa de Calcuta
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